Máquina infernal en el parque

Toda tapicería de reproducción y venta masiva por metros, o tranzada en retazos en tenderetes de feria y tejida en fibras derivadas del petróleo, inevitablemente, lo quiera o no lo quiera, busca remitirse a sí misma a la suntuosidad apabullante de un origen remoto y fantástico.

Se trata de telas estampadas fabrilmente que quieren llevarnos a una era primordial y referirnos sigilosamente a la opulenta nobleza de la cual, de algún oblicuo modo, derivaría: la tapicería flamenca de los siglos XV y XVI. Intenta pues ser una simulación de esos tesoros y patrimonios, de aquellos signos de poder y tradición, urdidos en Brujas o Tournail que fueron primorosamente realizados a partir de la ensoñación épica o pastoril de artistas hoy más o menos olvidados.

Como soporte constituyen así un relato asimilado por la industria textil a las necesidades de una clase social que tiene como telón de fondo la imaginería de un paraíso heráldico, de una abundancia hija de los triunfos bélicos, el comercio afortunado o la heredad familiar. Pintar sobre esos tapices es estampar sobre ese candor una impronta que señala y demarca la derrota final de esa ensoñación en que la fanfarria palaciega es degradada a atisbos, a simulacros tristes, de un pasado esplendoroso que la impresora industrial hace pervivir, del mismo modo que persiste el sueño desdorado de quien la adquiere en busca de una identificación inconsciente de su propia personalidad.

Pintar sobre los estratos de esa fantasía es operar sobre una sociología de la nostalgia y el retablo de bibelots emocionales. Sobre la ruina que se alza enfurecida para mentir una bucolia y una tranquilidad pastoril que se ve hoy manchada y sobre dibujada, muchas veces con la exterioridad de los lugares que cautelan esos falsos patrimonios y erguirse sobre los últimos arrestos de quietud como una mancha alarmante, en una pesadilla sobrecogedora.

Pintar sobre esos tapices que se quieren hijos de los dibujados un día por Rubens, entre otros gigantescos artistas de los años de la cornucopia rebosante, es pegar fuego, con serenidad y cariño a la casa paterna para luego partir, sin mirar atrás, hacia quien sabe donde. Pero lejos, muy lejos, la profanación de la alcoba materna ya ha sido consumada.

Yael Rosenblut, 2015

Breve Currículum Artista

Germán Tagle Domínguez (Santiago, 1976) estudió arte y arquitectura en la Universidad Finis Terrae. También tiene un Diplomado de Artes Visuales en la Universidad Uniacc.

En 2005, realizó un Diplomado en Moldería, Arcilla y Resina, en el Centro de Extensión IUNA, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Tres años después fue parte del programa Emerge 10 en el Aljira Center for Contemporary Art, Newark, Nueva Jersey, Estados Unidos.

El trabajo de Germán Tagle ha sido expuesto en galerías de Buenos Aires y Nueva York. En 2014, presentó "Entre la Ruina y la Euforia", en el Museo de Arte Contemporáneo de Valdivia. A su vez, también ha sido parte de ferias como Ch.ACO y ArtMiami.

Sala Polivalente | Centro Patrimonial Recoleta Dominica

Horario de visita:

Martes a viernes de 10:00 a 17:30 horas

Día del Patrimonio Cultural: Domingo 31 de mayo, 10:30 a 14:00 horas.

La exposición estará abierta hasta el 31 de mayo de 2015.

Entrada Liberada | Estacionamiento gratuito al interior