La selección de objetos que se presentan en esta muestra, nos hablan de un momento histórico donde la influencia del arte oriental comienza a influir fuertemente las corrientes estéticas europeas y los gustos de la sociedad de la época.
Producto de las relaciones comerciales y culturales establecidas entre Europa y Oriente desde el siglo XVII en adelante, a través de la Compañía de las Indias Orientales, el exotismo proveniente de estas tierras lejanas se instala en las principales capitales del continente, logrando su máxima influencia durante el siglo XIX y principios del XX.
Como conocedor de las artes decorativas y poseedor de un refinado gusto, Hernán Garcés Silva adquiere una colección de objetos orientales, de distintas procedencias y diversos materiales y estilos. Dentro de esta colección es posible destacar dos esculturas chinas, de mediano formato, pertenecientes a la Dinastía Ming. Datadas en el siglo XVII, las figuras de formato mediano corresponden a un Erudito y a un Dignatario realizadas en bronce modelado, dorado y lacado sobre base de madera. También destaca la escultura Buddha-Dai-Nichi-Niyorai, realizada en madera tallada y dorada, metal y adornos de mostacillas y piedras talladas, perteneciente al estilo Meiji-Taisho, realizado en Japón en el siglo XIX.
Como contrapunto a la colección de imágenes de mayor tamaño, podemos encontrar un conjunto de pequeñas cajas de marfil tallado y decorado con pintura e incrustaciones de nácar, donde se aprecian escenas de naturaleza, con árboles, flores y pájaros. Provenientes de Japón, destaca un Inro de cuatro estuches prolijamente decorado, que cuelga a través de un Netsuke de representación antropomorfa.
Otros objetos que forman parte de esta colección se desconoce su procedencia exacta, pero sus decoraciones y formas nos remiten, sin lugar a duda, a las lejanas tierras de Oriente.
Son más de veinte objetos que conforman esta exposición dedicada a Oriente, la cual se constituye como una primera instancia de acercamiento a la complejidad de la cultura oriental, especialmente china y japonesa, y como un ejercicio revisionista de la colección de Garcés Silva que nos permite ir abordando paulatinamente sus gustos y visiones respecto de las artes decorativas y a las antigüedades.