En los libros de horas, se destacó la primera letra de la palabra inicial de una frase, fragmento u oración de un folio. A estas letras se les llamó capitulares.
Estas se distinguen por ser más grandes que otras letras que componen el libro. El tamaño del símbolo podía variar según sea la elección del artista.
El término capitular proviene de la palabra latina capita que significa cabeza, capítulo o comienzo, haciendo referencia al inicio de capítulos y párrafos de manuscritos y libros.
En la Edad Media su uso fue frecuente. Servían como referente al lector para localizar un párrafo concreto.
Las capitulares estaban ricamente ornamentadas, por lo que fueron parte del entramado artístico de manuscritos iluminados e incunable. Estos últimos reflejan una transición, pues los primeros impresores imitaron a los calígrafos e iluminadores en su estilo y forma.
El Museo de Artes Decorativas posee tres libros de horas que usan este estilo caligráfico y tipográfico.
En el primer manuscrito, estas letras tienen distintas dimensiones: más grandes arriba y más pequeñas abajo del texto. Algunas poseen aplicaciones de pan de oro, elementos florales rojo y azul, adosados a un entrelazo vegetal o un pequeño follaje. La tipografía es bastarda francesa.
El segundo manuscrito tiene letras capitulares doradas sobre fondos con filigranas rojas y azules alternadas, motivos florales y vegetales.
El incunable posee elementos vegetales estilizados en su interior sobre fondo rojo y azul.